Clémence y Gotan, uno y otro aparecen entrelazados divinamente al paso. Él, alazano con una melena asombrosa y ella morena, sublime e inquietante. Ellos son se aman y eso se nota. En cuestión de segundos, todos los espectadores se dejan llevar por la intensidad de su baile. Clémence y Gotan vibran, ellos magnetizan. Tocan el alma de los espectadores hasta el punto de, a menudo, sacales unas discretas lágrimas de emocion.
En ese momento, el plexo aprieta el corazón. Una y otra vez, cada vez más fuerte.
Jinete y caballo se combinan en la arena, la Alta Escuela trasmite con la gracia de la libertad. Conversan, juegan, tejen el hilo de su tango. Toda esta belleza que conmueve y emociona, nos hace estremecernos al darse cuenta de que los vínculos entre el caballo y la amazona no le deben nada al azar y sin duda nos han ganado.
Gotan está erguido haciendo cabriolas, Clémence a sus pies, le pide que mantenga su postura y gire. Suena la última nota de la música… el caballo vuelve a ponerse a cuatro patas. Clémence lo abraza. En la audiencia, los corazones laten salvajemente, los aplausos llueven. Clémence Faivre es la encarnación de un sueño, tiene talento. Verla actuar es inolvidable. Para siempre
Duración: 10 minutos
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